miércoles, 20 de diciembre de 2023

Un cuento de Navidad: La Novia...

La novia 

Por Alejandro Jiménez


¡Ufff!, apenas encontramos asientos. Ja,ja. A esta hora es un milagro poderse sentar en el Metro, y en mera Nochebuena. Pero antes que nada muchas gracias por acompañarme a casa y gracias por las flores. Están lindas. Es un gran detalle después de este día que estuvo de locos. Ay si te contara. Miles de regalos que envolver. Y la gente pidiendo cosas especiales. Que el moño mejor de otro color, que mejor del lado izquierdo. No se deciden. A una le dan capacitación para hacerlo de cierta manera y a la mera hora los clientes piden otra cosa. ¿Entonces para qué dizque nos capacitan? Seguro son cosas de Hernandez. Tipo pesado. Está viendo que la cola llega hasta el departamento de Perfumería e insiste en que respetemos el orden de cómo vienen. Pero eso sí, no se fija que la gorda Benítez se tarda las horas en unos y se nos carga el trabajo a las más rápidas. No es justo. Las peores son las señoras que no se deciden, que están cambiando de idea sobre el papel que quieren. Yo diría que usáramos uno solo, de un solo color y ya, pero Hernandez no escucha. ¿Sabes que hago con los que nos entretienen más con tonterías? Les dejo el precio a propósito, para que vean cuánto les costó esa babosada comprada en una barata. Ay, yo sí. Y no me quedo callada, por eso me odian. Hoy dije que avanzaríamos más si “una personita” no pasara tanto tiempo en el baño. Tampoco digo nombres, nomas lo deslizo. Ahí para que el que entendió, entendió. Nos dieron 30 minutos para comer, como si fuéramos animales. La sopa estaba fría, porque, eso sí, primero comen los gerentes y los jefes de piso; a ésos seguro que sí les tocó caliente. ¿En qué estación vamos? No nos vayamos a pasar. Y ahora el suplicio. Toca la cena en la casa. Ver a todos. Llegar a cambiarme cuando lo único que quiero es aventar los zapatos. Y tener que ponerle mi carota sonriente a mi cuñada, vieja hipócrita, pero a la que hay que tratar bien porque es la que nos presta a final de mes cuando no llegamos a la quincena. Sus hijos son unos odiosos, malcriados que todo han tenido. Viene mi tío Oscar, el borracho. Ya sabemos que va acabar ahogado, pero antes nos va a contar las mismas anécdotas de siempre. Y ya estoy viendo a mi mamá de malas porque no le ayudamos a preparar nada, pero cómo quiere si ve la hora en que vamos saliendo. Para la mierda que nos pagan no vale la pena pero no hay más, solo nos quedan estos trabajitos temporales. Nunca he aprendido a cocinar, pero o cocino o estudio, ¿no? Y eso no lo ve ella. Qué tardado, por qué va tan lenta esta cosa. Estúpidos conductores, a ellos no les corre el tiempo, como de todas maneras salen de trabajar hasta pasada la media noche, pues los demás que se frieguen. Vaya, ya avanza. Hubiera tomado el pesero, pero nomás de pensar que ahí se suben todos los de la tienda, mejor por acá... ¡Hey! Qué haces, mis flores ¿por qué te las llevas? ¡Esta no es la estación, faltan dos!, hey, ¡a dónde vas.....!