martes, 11 de julio de 2023

Patricio



Hace unos ayeres, en la redacción de un periódico capitalino, platicábamos de moneros, cuando se me ocurre referir la tira cómico/político/social del monero Patricio, Los Miserables, que publicaba entonces en Milenio, que me parecía la cima del humor ácido y negro. No me la perdía.

En eso se voltea uno de los intelectuales orgánicos más afamados de este país y me comienza a decir en tono molesto que esa tira era el "climax del racismo y el clasismo", que se burlaba de los pobres como nadie, que hacia mofa de la desgracia humana. Que ese monero jamás tendría lugar en nuestras páginas. Me llamó la atención la virulencia de la respuesta, viniendo de un hombre usualmente controlado.

Aun así mi admiración por Patricio, al que no conocía personalmente, se mantuvo firme. Me sorprendía que aquel hombre inteligente no entendiera la enorme ironía de la tirilla, que denunciaba ¡exactamente lo contrario a lo que se me alegaba!: lo desigual del mundo, la vida en la periferia, el clasismo de nuestra sociedad...

Años después, la vida me concedió tres cosas: ya no trabajar más con dicho intelectual, conocer a Patricio y, mejor aún, estar en un medio donde se reconoce su trabajo y se le publica puntualmente.

Pues bien, en este contexto es que recibo hoy con emoción (*) el tercer tomo de su serie MÉXICO antes de ser MÉXICO, trabajo de antropología e historia ilustrado por él, que es la continuación de su esfuerzo por divulgar la historia de nuestro país desde un punto de vista serio, científico y humorístico. En este tomo nos acerca al Clásico Mesoamericano (primera parte).

Seguramente el afamado intelectual mexicano dirá que es la frivolización de la Historia mexicana, pero no le hagan caso. Es una excelente herramienta para estudiar la etapa prehispánica, para hacerla llegar a todo aquel que quiere estudiar sin solemnidades, pero con rigor. Incluso a niños, acostumbrados a recibir una historia en bronce y maniquea.



En verdad vale la pena comprar este y los dos primeros libros de esa colección, que se leen de volada, en la playa o de fin de semana, y que además dejan harto conocimiento y muchas sonrisas de por medio en el camino.






(*) 
PD: Lo de la emoción de recibir libros es real. La gente suele enviarme botellas de vino y licor en Navidad o en mi cumpleaños, que por supuesto agradezco, pero sépanse que con un libro, el que sea, yo me doy por bien servido... ¡salud!...


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