lunes, 4 de marzo de 2024

Los capitalinos tontos

 


(Columna publicada originalmente en El Sol de México)


Para el presidente Andrés Manuel López Obrador la Ciudad de México se está “derechizando”, ha girado, según él, hacia el conservadurismo. Y todo porque la metrópoli se encuentra expuesta e indefensa, dijo, a campañas en su contra, ya que aquí se encuentran concentrados los medios de comunicación que se dicen nacionales. Peor aún, la calificó como la “capital de la manipulación”. 

Y todo porque según sus encuestas de aceptación, esta ciudad es donde su popularidad es menor, al nivel de ciudades como Aguascalientes.

Flaco favor le hizo el mandatario a Morena capitalino, al actual Jefe de Gobierno Martí Batres y, peor todavía, a su candidata a la Presidencia, Claudia Sheinbaum, que gobernó los últimos cinco años esta ciudad. En esta narrativa han perdido buena parte de la ciudad. Sus redes clientelares no han servido; sus programas de gobierno tampoco; cinco locutores les han ganado la ciudad enajenando gente.

Tampoco nos va bien a los capitalinos que quedamos en calidad de zombies de los medios, sin capacidad de razonamiento, consumidores acríticos de mensajes comerciales y propaganda. Una horda de tarados que se traga cualquier cuento.

Tan hondo caló la simplificación del Presidente que Martí Batres salió a contradecir a su líder: “No considero yo que la ciudad se esté "derechizando”. Desde 1997 el voto conjunto del PRI y el PAN es el mismo. Vamos a ver que son más o menos los mismos, o sea, realmente no ha tenido variación, no han crecido. Esta ciudad es una ciudad progresista, no se está "derechizando", no se está "empanizando" y el PRI y el PAN, juntos, no han rebasado los umbrales que han tenido históricamente". Tiene razón.

López Obrador siempre se ha dicho consternado por el hecho de que aquí esté concentrada buena parte de la intelectualidad del país, las mejores universidades, y sus números de popularidad, aun siéndole positivos, no son tan abundantes como en el resto del país. Y se va por la fácil: los medios son los culpables.

Jamás se le ha ocurrido pensar, a él que fue jefe de Gobierno, que ésta sea una metrópoli heterogénea y plural, moderna y respetuosa de derechos, vanguardista en temas sociales, crisol de muchas ideas y formas de pensar. 

“Mientras más educados menos votan por nosotros, aspiracionistas, fifis con maestrías y doctorados, que piensan en inglés”, también ha dicho con un tufillo clasista el presidente. Nunca ha pensado en que la ecuación es exactamente al revés: mientras más estudios más resistencia a manipulaciones, menos fanatismo, más razonamiento, votos de calidad. Todo lo contrario de lo que él concluye. 

En su mundo bidimensional, a López Obrador no le gustan los opositores y si lo son, no es porque hayan llegado por sí solos a esa conclusión, sino porque son tontos desnacionalizados, víctimas infantiles de los medios.

Esta tesis ya la había expuesto el Presidente hace tres años, cuando la oposición ganó 9 de 16 alcaldías, dividiendo la ciudad en dos. Sin embargo, lejos de haber cambiado de parecer, sus creencias, por lo visto, se han radicalizado.

Si él cree que insultando a la ciudadanía se ganará su preferencia, parece que no es el camino. Es más, cava más un hoyo justo en donde más votos necesita para obtener su ansiada mayoría calificada en el Congreso.

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