Acabo de ver en VIX los cinco capítulos de la miniserie sobre
el asesinato, hace 24 años, de Paco Stanley y me provocó varias impresiones:
(aviso: spoiler alert)
1.- Gran trabajo de Diego Osorno. Muy profesional, tratando de cubrir todos los ángulos, contextualizando política y socialmente el entorno. Se convocó a todos los involucrados, de todos los niveles, incluido Cuauhtémoc Cárdenas, entonces jefe de Gobierno capitalino. Creo que sólo Jorge Gil no aceptó participar.
2.- Bien la disposición de Televisa para abrir sus archivos, permitir pluralidad de voces e incluso aceptar la crítica a su forma de hacer televisión en aquel entonces.
3.- Se reafirma la mala calidad de esa televisión que, aunque popular, gozaba del bullying televisivo, la denostación y humillación de las personas como forma fácil y barata de hacer reir. No quiere decir que ahora esté mejor, sólo es diferente.
4.- Es la confirmación del poder que llegaron a tener los productores televisivos y algunos conductores famosos y su consecuente impunidad para abusar (laboral y sexualmente) de sus empleados, artistas o contratados, gracias a las relaciones de poder e intimidación que les daba el puesto.
5.- La enorme capacidad de auto humillación de Mayito.
6.- Lo raro que Mario Bezares no refiriera en este documental lo que fue a decir, más tarde, al programa de Jordy Rosado, sobre la rutina alcohólica que vivía por esos días este pequeño grupo de actores, tremendamente tóxica y autodestructiva, donde se deja entrever algo de droga, aunque con evidente minimización por parte de Bezares sobre ese tema en particular.
7.- La explicación poco convincente de Bezares sobre el sobre de polvo blanco que se le cae al aire cuando bailaba gallinazo, pues desvía la atención sobre una caja de cerillos y no sobre la polémica bolsita.
8.- No queda claro por qué despiden a Stanley de Televisa si se suponía que era tan popular y metía tanto dinero a la televisora, lo que da pie a que se vaya a Tv Azteca.
9.- Lo sobrevalorado que está Álvaro Cueva como analista de medios.
10.- La hueva que daba Guillermo Ortega Ruiz en el noticiero nocturno.
11.- Lo inútil, periodísticamente hablando, de los testimonios de Alfredo Adame, Chumel Torres, Lily Tellez, Sofía Rivera Torres y los gemelos Brennan, aunque éstos pudieran entenderse en el contexto de aquellos programas chafas de nota roja que pululaban en la época.
12.- Lo curioso del testimonio de Ricardo Salinas Pliego y su confesión de la “cagotiza” (sic) que le puso el presidente Zedillo el día del asesinato.
13.- Las tremendas referencias al aire de Stanley al Mayo Zambada, y de otros testigos de primera mano sobre los tratos que tenían con Amado Carrillo, el señor de los Cielos, y con el cartel de los Arellano Félix y los Amezcua, que dejan pocas dudas sobre los terrenos que pisaba el conductor.
14.- La cuestionable actuación de Samuel del Villar como procurador capitalino que, teniendo evidencias de los grandes capos que andaban cerca de este grupo, se fuera por acusar a los eslabones más débiles del entorno cercano del conductor asesinado, creando un show mediático a partir de declaraciones circunstanciales. Show, me atrevo a decir, más grande en cobertura mediática al que años después protagonizaría García Luna con su montaje de la detención de Florance Cassez y la banda de los Zodiaco.
15.- El uso judicial y mediático de un chisme bajo que involucraba a un hijo de Bezares. Momento degradante de la justicia en la Ciudad de México y de los medios de comunicación nacionales.
16.- Que antes se permitiera a la prensa llegar hasta el cuarto de los arraigados a hacer preguntas, violando todo principio moderno de presunción de inocencia y del debido proceso. Ninguna comisión de derechos humanos actual permitiría el manejo procesal que se hacía entonces con los indiciados en una investigación.
17.- La terrible moda juvenil de los años 80 y 90. Los sacos con hombreras, los peinados vaporosos. Lo que Horacio Villalobos define como “los horribles 80”…
18.- Lo mucho que todos los involucrados en el evento, y yo mismo, hemos cambiado en 24 años. Como en todo, a algunos los ha tratado mejor la vida que a otros.
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